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Reseña de la charla “Las Neurociencias y su impacto en la educación y la salud mental”
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Ayer 5 de Julio disfrutamos de una excelente charla sobre el impacto de las Neurociencias en Educación, que José Antonio (Tono) Castorina brindó en el CRUB frente a una aula magna llena. A partir de ciertas preguntas que fue formulando y contestando, abordó esta temática mediante el planteo de sólidos fundamentos filosóficos.
Comenzó reflexionado sobre el vacío que existe desde hace años en relación a las investigaciones educativas sobre el aprendizaje, vacío que fue a ocupar la Neurociencia, y que se extendió al punto de insertarse en la formación docente y en programas de políticas públicas.
A lo largo de su charla fue explicando y ahondando en dos cuestiones centrales: “No hay ciencia que pueda existir sin filosofía”, es decir en toda práctica y discurso científicos está implícita una concepción del mundo y, en el caso de las Neurociencias, su concepción hegemónica es de carácter naturalista. Esto implica que se asume que cualquier fenómeno del campo psicológico y educativo puede ser reducido a un proceso físico-químico.
Así, la experiencia humana pierde sentido, al no hacer lugar para las intencionalidades individuales y sociales, ni para los valores. Otro punto central son los problemas epistemológicos, entre los que destacó los errores categoriales y la falacia mereológica, que se observan por ejemplo cuando se usan frases como “El cerebro piensa” o “El cerebro va a la escuela”, en las que se confunde una parte con el todo y la persona queda desdibujada o reducida a un cerebro.
Entrando en temas vinculados a la salud mental habló sobre el impacto que las neurociencias han tenido en este campo, sobre-generalizando la relación entre una dificultad y determinada patología. Así, partiendo de la corroboración de que un tipo de lesión puede corresponderse con un déficit; cuando se constata el déficit se asume la existencia de la lesión.
Utilizando esta lógica (incorrecta) se asumen como patológicas, dificultades que se catalogan como déficit atencional, dislexia, etc., cuya comprensión exige tener en cuenta otros múltiples factores relacionados con aspectos vinculares y sociales. Esta sobre-patologización lleva a una sobre-medicalización, lo que pone de manifiesto la concepción materialista y mecanicista que está detrás de estas perspectivas y alerta acerca de intereses del mercado, especialmente farmacológico.
Por último dejó planteado un horizonte esperanzador en el abordaje multidisciplinario de la investigación educativa, poniendo énfasis en que para que una investigación sea realmente interdisciplinaria, las disciplinas involucradas deben estar en igualdad de condiciones y el trabajo debe ser colaborativo (no debe haber jerarquías), algo que hoy no sucede dado que los neurocientistas suelen actuar como jueces que dan valor epistémico a una teoría psicológica. La segunda condición para que la investigación interdisciplinaria sea verdadera, es que debe haber una concepción del mundo compartida, que incluya valores morales y políticos.
Sin duda todo lo expuesto nos moviliza a profundas reflexiones, preguntas, y ojalá, acciones con responsabilidad social y compromiso político.
Reseña elaborada por Paola D’Adamo, investigadora de CONICET en IPEHCS (Universidad del Comahue-CONICET).